Las etapas y los periodos
históricos son artificios creados por la tradición para mantener la narración
histórica como un desarrollo progresivo y lineal, desde el pasado más remoto
hasta el presente. Dicha narración tiene un ritmo, marcado por la división en
edades. Dicha división otorga un interés mayor por el cambio y concede
importancia a fenómenos o acontecimientos que son valorados desde intereses
actuales, buscando precedentes. Esto lo conocen mejor los medievalistas que los modernistas. La narración lineal es una
novedad introducida en el siglo XVII, reemplaza a una tradición anterior que
concebía el paso del tiempo como un movimiento circular. Esta concepción se
suele atribuir a un profesor de la universidad de Halle, Cristobal Zeller, más
conocido por la versión latinizada de su apellido, Cellarius.
En su obra Historia medii aevi a temporibus ConstantiniMagni ad Constantinopolim a Turcis captam (Zeitz 1688), se propuso
historiar sólo un fragmento de la Historia, el tiempo de la barbarie del latín,
Medii Aevi, situándolo como un valle
entre dos cumbres de pureza y elegancia, la edad Antiqua y la Nova, la primera
etapa se extinguía con Constantino el Grande y la segunda comenzaba con la toma
de Constantinopla por los turcos. La concepción de Cellarius nacía de una
descripción práctica, pedagógica, también implica una progresión, donde
sustituye la idea de ciclo, de espacios históricos cerrados, por la idea de
avance hacia la novedad. Como subrayara el profesor Tierno Galván en un casi olvidado
ensayo "la perfección de esta idea se manifiesta cuando la expresión nova
se substituye por moderna" .
El adjetivo Nova, empleado para
el tiempo al que se consideraba contemporáneo, no es patrimonio exclusivo de
Zeller, sino que forma parte de la idea ampliamente difundida a partir del
siglo XVI de vivir un tiempo nuevo. Los humanistas y los hombres del
Renacimiento, desde que Petrarca se refiriera a los tempi oscuri de la
"barbarie" del latín y el surgimiento de la luz de los studia humanitatis,
usaron categorizaciones y conceptos parecidos para verse a sí mismos como
modernos, ya que volvían a los antiguos superando lo medieval, pero con el
tiempo se llegó también a superar el 'paralelo' igualitario entre la primera y
la tercera edad, trazándose la originalidad y la superioridad de los tiempos
nuevos en la famosa querelle entre "Antiguos" y "Modernos".
Lo nuevo, lo moderno apuntado por Cellarius, formaba ya parte de una visión del
mundo ampliamente generalizada, ochenta años antes, Luis Cabrera de Córdoba, en
un curioso escrito sobre el qué y el porqué de la Historia, dividía esta en dos
edades separadas y sucesivas, antigua y nueva, cuya divisoria es confusa pues
la edad nueva según él, apenas acababa de comenzar mientras que el fin de la
antigua abarcaba "hasta llegar no lexos de nuestros tiempos" . Diez
años antes de la publicación de la Historia
medii aevi, Du Gange había marcado los criterios por los que iba a crear la
clasificación de los tiempos históricos contenidos en la obra, el latín y la distinción
del uso y el conocimiento de los tiempos oscuros de la barbarie del latín a las
"bonae litterae" de la edad nova inaugurada por los humanistas . De
esta forma los historiadores de los primeros tiempos modernos se reunieron en
torno a la conciencia de una pretendida novedad histórica hasta hacer de ella
una de sus características, por así decirlo, programáticas, aunque la crítica
haya puesto de manifiesto lo impropio de sus juicios sobre la Edad Media en
todos los aspectos, especialmente en el de la relación con la cultura antigua .
Así, desde un principio,
observamos que en el afán por periodizar está unido a dar dirección al pasado.
La división helenística de los cuatro Imperios o Monarquías, que se suceden en
un ciclo, o la descripción del libro de Daniel tomada de esa idea, también fue
recuperada en el siglo XVI por Sleidan, el historiador de Carlos V cuyo De quattuor monarchiis, tuvo mucha
difusión en la Alemania reformada como esperanza abierta al futuro, un porvenir
trascendental regido por la voluntad divina que fue reemplazando a los imperios
asirio, persa, griego y romano preparando la llegada inexorable del tiempo
nuevo que sería Quinto y definitivo imperio . Pero, esta división de la
historia no fue la que triunfó en los ámbitos intelectuales sino que fue
patrimonio de los movimientos mesiánicos y de los discursos confesionales. La
diferencia establecida por Cellarius respecto a estas particiones era el
criterio lineal, progresivo, no finalista. Cellarius "creó" la edad
Moderna a partir de conceptos e ideas preexistentes, y de las tres edades por
él enunciadas es precisamente la tercera, la moderna, la que dá sentido a todo,
lo moderno es nuevo, supera lo anterior, lo mejora y no hay regreso al origen
adánico de la humanidad. Los tiempos modernos, nacián de la mano de la
recuperación de la civilización clásica grecolatina y de la innovación, la
apertura de nuevos horizontes geográficos, la nueva dimensión del mundo, los
cambios en el arte de la guerra, la imprenta, la reinterpretación del cosmos…
Continuidad y cambio al mismo tiempo, sin vuelta atrás. Eso ha caracterizado la
Edad Moderna desde que fue concebida. Lord Brolingbroke, lo definió con una
sola frase "a point of time at which you stop, or from which you reckon
forward".
Lecturas
Vol. 23, No. 4 (Oct. - Dec., 1962), pp. 550-557.Leopold von Ranke, Sobre las épocas en la Historia Moderna, ed. Dalmacio Negro, Editora Nacional, Madrid 1984.
Johan Nördstrom, Moyen Âge et Renaissance. Essai Historique, Librarie Stock, Paris 1933.
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